Ni a Rod Stewart ni a su sello Mercury les gustaba "Maggie May"
En 1971 Rod Stewart ya era un cantante bastante conocido, en solitario y al frente de Faces, pero todavía estaba lejos de ser la súper estrella de años posteriores
Fue con su tercer
LP en solitario “Every Picture Tells a Story” publicado aquel año, y el single
de enorme éxito “Maggie May”, cuando realmente le llegó la fama a Rod Stewart.
Una maravillosa canción que, sin embargo, estuvo a punto de no entrar en el álbum,
porque tanto a Rod como a su sello no les gustaba.
Mientras planeaba
su tercer LP en solitario, Stewart conoció al guitarrista y compositor Martin
Quittenton, de quien ayer se cumplieron 9 años de su fallecimiento. Stewart le
invitó a su casa, donde ambos comenzaron a tocar canciones de Bob Dylan y algunas
de las ideas acústicas de Quittenton.
Y una de esas ideas
de Quittenton fue una progresión de acordes, la cual acabaría convirtiendose en
“Maggie May”. Stewart comenzó a hacer melodías vocales y a cantar la letra de
“Maggie May”, una canción folk de Liverpool sobre una prostituta que roba a un
marinero que regresa a casa, y de la que los Beatles hicieron una versión
incluyendo un breve fragmento en “Let It Be” un año antes.
Una vez que hubo
esbozado la melodía de la canción, Stewart comenzó a trabajar en la letra de
“Maggie May”. Si bien la canción no menciona en concreto a una Maggie May real,
Rod se inspiró en otra mujer de su pasado, a quien conoció en el Festival de
Jazz de Beaulieu de 1961 en el sur de Inglaterra.
Esa tarde nos
colamos en el festival a través de una gran tubería de desagüe y finalmente nos
dirigimos a una tienda de cerveza. Allí conocí a una mujer mayor que era una
especie de depredadora sexual. Una cosa llevó a la siguiente, y terminamos
cerca, en un lugar apartado de césped. Yo era virgen y todo lo que podía pensar
es Rod Stewart, será mejor que hagas una buena actuación aquí o tu reputación
se arruinará en todo el norte de Londres. Pero todo terminó en unos segundos.
Su nombre no era Maggie May, pero la experiencia que tuve con ella influyó en
la composición de la canción 10 años después.
Stewart y
Quittenton adornaron la versión del álbum de “Maggie May” con una preciosa
introducción acústica, de sonoridad medieval, de 32 segundos titulada “Henry”,
por la cual Quittenton recibió un dinero extra.
Con todo y con eso,
Rod Stewart apenas consideró que la canción, con o sin intro, fuera digna de
salir como cara A de un single.
Al principio, no
pensé mucho en ‘Maggie May’. Supongo que eso se debe a que la compañía
discográfica no creía en la canción. No tenía mucha confianza en ella en ese
entonces. Pensé que era mejor escuchar a los tipos con experiencia. Lo que
aprendí es que a veces aciertan y a veces no.
La dudas de Stewart
con “Maggie May” se basaban en que la consideraba una “canción muy divagante
sin estribillo que enganchara, como se suele necesitar. Sea como fuere, ni él
ni su casa de discos estaban en lo cierto.
La canción se
convirtió en un número uno. En realidad toda la canción enganchaba, y más que
“enganchar”, envolvía de principio a fin con el sensacional añadido de
mandolinas al final, tocadas por Ray Jackson.
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