"Back in Black" y la milagrosa resurrección de AC/DC


La muerte de su cantante Bon Scott fue un duro golpe del que fueron capaces de recuperarse rápidamente

En la música abundan los hermanos. Los hermanos cabrones. Los que se odian, insultan y compiten. Los lazos de sangre que han impulsado el rock. Los Davies, los Gallagher, los Knopfler o los Allman. Luego están ellos, los Young, los exiliados escoceses que crecieron marginados en Australia y que se conjuraron para vivir siempre por y para el rock and roll. George, Malcolm y Angus crearon AC/DC y convirtieron esa banda en la más grande del rock y siguieron juntos, hermanados. Hasta que, como los buenos matrimonios, la muerte los fue separando.

AC/DC irrumpió en la música con la idea de ir a por todas, de no dejarse nada dentro. En 21 meses grabaron sus cuatro primeros discos y luego llegaron a Europa y más tarde a EEUU para comerse el mundo. Cuando mejor estaban, cuando tras mucho trabajo, las cosas se ponían de cara, murió su cantante. “Al principio no sabíamos qué hacer, no queríamos a nadie que lo imitase, cuando Brian apareció nos voló la cabeza”, contaba Angus en una entrevista de la época.

La muerte de Bon Scott llegó con la banda irrumpiendo en EEUU, país que conquistaron a base de giras y más giras. "En un año hicimos más que los Rolling Stone en toda su carrera", bromeaba el grupo. A pesar del duro golpe, AC/DC se levantó rápido. Unos meses después de la muerte de Scott volvían al estudio junto a su nuevo cantante para grabar Back in Black, su tributo al amigo caído.

Con aquel disco los hermanos Young tocaron el cielo, vendieron millones de copias impulsados en parte por el morbo y en parte porque habían firmado una colección de canciones que se ganarían la eternidad y que pasarían a ser recitadas de memoria.


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