David Bowie y su extraña paranoia: ¿por qué guardaba su orina bajo llave?


Durante los años 70, el artista vivió una etapa marcada por el consumo de drogas, el ocultismo y una obsesión por proteger su “pureza”

David Bowie siempre fue sinónimo de genialidad, misterio y excentricidad. Pero durante la década de los 70, su comportamiento alcanzó niveles que rozaban lo surrealista. Según revela el periodista Julian Ruiz en Plásticos y Decibelios, Bowie llegó a guardar su propia orina en jarras dentro de un refrigerador… y bajo llave. ¿La razón? Una mezcla de paranoia inducida por las drogas y una creencia profunda en el poder de la magia negra.

En esa época, Bowie vivía prácticamente a base de pimientos rojos, leche y cocaína colombiana. Su dieta, sumada al abuso de estimulantes, intensificó su ya peculiar personalidad y lo llevó a desarrollar comportamientos obsesivos. Uno de los más llamativos fue su temor a que las brujas pudieran robarle sus fluidos corporales para realizar rituales que afectaran su alma. Para evitarlo, decidió almacenar su orina como medida de protección espiritual.

Pero la historia no termina ahí. Bowie estaba convencido de que Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, tenía vínculos con el ocultismo y las enseñanzas de Aleister Crowley, figura clave en la magia negra moderna. Tras un altercado entre ambos —provocado por una copa de vino derramada en casa de Bowie— el cantante interpretó el gesto como una señal de maldición. A partir de ese momento, mandó exorcizar su casa y reforzó sus rituales de protección, incluyendo el almacenamiento de orina.

Este episodio forma parte de la biografía David Bowie: Starman, donde se detallan los efectos del consumo de drogas en su comportamiento y su obsesión con el mundo esotérico. Aunque la supuesta maldición nunca se materializó, el miedo de Bowie era tan real para él como sus canciones lo eran para millones de fans.

Más allá de lo insólito, esta anécdota revela el lado más vulnerable de un artista que, pese a su imagen de estrella cósmica, luchaba con sus propios demonios. Bowie no solo reinventó la música y la estética del rock, también vivió —y sobrevivió— a una época donde la línea entre la genialidad y la locura era tan delgada como el rayo que cruzaba su rostro.



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