Carta abierta a los oyentes de Pepe Radio

Mañana tendré incluso que abandonar mi casa. Era el último reducto de supervivencia de Pepe Radio. Es decir, al pisar agosto no tendrá dónde meterse. Bueno sí, pero hacen falta dos mil euros en la caja que no existen a estas horas de la noche. 

Y aunque los hubiera, luego está el futuro. ¿Por qué seguir luchando por algo que el máximo accionista de la empresa está hundiendo por odio personal hacia mí y único interés por cobrar la pequeña cantidad que le debe la sociedad de la que es socio en un 60%? Pequeña cantidad comparada con la que se me debe a mí, pero que siempre estuve dispuesto a aportar aunque ahora me arrepienta y mi familia mucho más. 

Debiera decir su nombre, pero a los miserables, a las malas personas, cero publicidad. Allá se pudran en el infierno cuando les llegue su hora. Diecisiete años sin aportar nada y acordándose de esto sólo para sus intereses personales. A saber cuántas puertas dentro del mundo de la comunicación me habrá cerrado que figurara, por ejemplo, en una empresa que formó parte de la extorsión a las televisiones de este país para que no perdieran sus licencias de TDT. Accedí como administrador a formar parte de aquella maniobra de sacacuartos porque quería que Pepe Radio siguiera oyéndose en la FM de Madrid. Nada más. De hecho, ni un euro vio la emisora de todo aquello.

No soy más que un enamorado de la radio. Y a ella he entregado mi vida. Por eso me duele que me vaya tan mal en la vida y que mi sueño se haya poco menos convertido en una pesadilla. A veces pienso que mi vocación es mi cruz particular y que hubiera deseado no toparme con ella. Pero a la mañana siguiente, como canta el Boss en la canción que suena ahora en nuestra querida emisora: "Tougher Than the Rest".

Pepe