El adiós en plenitud de Elton John en Barcelona
Era una despedida, pero fue una juerga, comedida juerga, no imaginemos lo imposible, considerando que la generación protagonista, la llamada de los boomers, era la ungida
La estrella tenía
encima más piedras brillantes que una bisutería, en especial en la espalda de
su frac, igual que en sus gafas, rosadas bajo un peluquín nada exagerado
peinado a raya. Sí, era un Elton John comedido considerando sus usos, y en el
Palau Sant Jordi, en el primero de sus dos conciertos de despedida en España,
el color lo dejó para una pantalla que cerraba el escenario por detrás y
también discurría hacia el frente haciendo un ángulo de algo más de 45º. Los
músicos, tan veteranos como el propio Elton, su banda favorita dijo, en muchos
casos compañeros de batalla de cuando Elton aún no tiraba de sus imaginativos
tupés, ocupaban unos fosos que dejaban para Elton y su piano el protagonismo de
la boca del escenario. Y para sus canciones, y para su voz, y para enmarcar con
el colorido de una noche que pese a ser de despedida no quería dejar lágrimas.
Elton, el artista que nos ha dicho que los artistas no pueden ser tan anodinos
como quienes los escuchan, ya no volverá a iluminar escenarios. Quedarán sus
discos y los recuerdos de sus conciertos.
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