Woodstock: el festival que cambió la historia y dejó fuera a John Lennon En 1969, más de 400.000 personas se reunieron en Bethel, Nueva York, para vivir tres días de música, paz y contracultura. El ev
En 1969, más de 400.000 personas se reunieron en Bethel, Nueva York, para vivir tres días de música, paz y contracultura
El verano de 1969 marcó un antes y un después en la historia de la música. En una granja de Bethel, Nueva York, se celebró el festival Woodstock, un encuentro que nació como un proyecto modesto y terminó reuniendo a más de 400.000 asistentes, convirtiéndose en el mayor símbolo de la contracultura y del movimiento hippie. Lo que comenzó como una idea de cuatro jóvenes emprendedores —Michael Lang, Artie Kornfeld, Joel Rosenman y John Roberts— para financiar un estudio de grabación en la localidad de Woodstock, se transformó en un acontecimiento cultural sin precedentes.
Un cartel legendario
Durante tres días, del 15 al 18 de agosto, el festival ofreció actuaciones de artistas que hoy son leyendas: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Santana, Jefferson Airplane, The Who, entre muchos otros. La música se mezcló con mensajes de libertad, protestas contra la guerra de Vietnam y un espíritu de convivencia que desafió las normas sociales de la época.
A pesar de los problemas logísticos, la falta de comida y las lluvias torrenciales, Woodstock se consolidó como el festival más influyente de todos los tiempos. Su legado sigue vivo más de medio siglo después, inspirando a generaciones y demostrando que la música puede ser un motor de transformación social.
La ausencia de John Lennon
Uno de los grandes ausentes fue John Lennon. El ex Beatle estaba interesado en participar, pero sus posturas políticas y su activismo contra la guerra de Vietnam le cerraron las puertas. El gobierno estadounidense le negó la entrada al país en 1969, frustrando lo que habría sido una actuación histórica.
Lennon no fue el único en quedarse fuera: Bob Dylan, que vivía cerca del lugar, rechazó la invitación, y bandas como The Doors y Led Zeppelin decidieron no formar parte del evento. Sin embargo, estas ausencias no empañaron el impacto cultural que Woodstock generó.
Un legado eterno
Más que un festival, Woodstock fue un manifiesto colectivo. Representó la voz de una generación que buscaba paz, libertad y un cambio profundo en la sociedad. Hoy, cada concierto multitudinario y cada movimiento cultural que defiende la música como herramienta de transformación lleva consigo el espíritu de Woodstock.
Aunque John Lennon nunca pudo estar allí, su mensaje de paz resonó en cada acorde que sonó en aquella granja de Bethel, recordando que la música es capaz de trascender fronteras y convertirse en símbolo de esperanza.
En 1969, más de 400.000 personas se reunieron en Bethel, Nueva York, para vivir tres días de música, paz y contracultura. El evento se convirtió en símbolo de toda una generación, aunque figuras como John Lennon nunca pudieron subir al escenario.
El verano de 1969 marcó un antes y un después en la historia de la música. En una granja de Bethel, Nueva York, se celebró el festival Woodstock, un encuentro que nació como un proyecto modesto y terminó reuniendo a más de 400.000 asistentes, convirtiéndose en el mayor símbolo de la contracultura y del movimiento hippie. Lo que comenzó como una idea de cuatro jóvenes emprendedores —Michael Lang, Artie Kornfeld, Joel Rosenman y John Roberts— para financiar un estudio de grabación en la localidad de Woodstock, se transformó en un acontecimiento cultural sin precedentes.
Un cartel legendario
Durante tres días, del 15 al 18 de agosto, el festival ofreció actuaciones de artistas que hoy son leyendas: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Santana, Jefferson Airplane, The Who, entre muchos otros. La música se mezcló con mensajes de libertad, protestas contra la guerra de Vietnam y un espíritu de convivencia que desafió las normas sociales de la época.
A pesar de los problemas logísticos, la falta de comida y las lluvias torrenciales, Woodstock se consolidó como el festival más influyente de todos los tiempos. Su legado sigue vivo más de medio siglo después, inspirando a generaciones y demostrando que la música puede ser un motor de transformación social.
Aunque John Lennon nunca pudo estar allí, su mensaje de paz resonó en cada acorde que sonó en aquella granja de Bethel, recordando que la música es capaz de trascender fronteras y convertirse en símbolo de esperanza.

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