Taylor Swift sufre una fuerte caída en ventas físicas con su álbum “Showgirl”, aunque sigue liderando en streaming

Tras un arranque arrollador con más de 4 millones de copias en su primera semana, el nuevo álbum de Taylor Swift experimenta un desplome en ventas físicas, mientras el streaming mantiene su impulso… por ahora

El fenómeno Taylor Swift ha vuelto a sacudir la industria musical con su último trabajo, Showgirl. Sin embargo, tras un debut espectacular, las cifras de ventas han sufrido una caída tan pronunciada como inesperada. En su primera semana, el álbum logró vender más de 4 millones de copias, incluyendo reproducciones en streaming. Pero en la segunda semana, las ventas físicas se desplomaron a apenas 21.751 unidades (entre CD, vinilos, casetes y descargas digitales), una bajada que ha sorprendido incluso a su equipo de marketing.

Aunque Showgirl se mantiene en el número 1 de las listas, el grueso de sus cifras actuales —143.275 unidades— proviene del streaming. No obstante, este canal también empieza a mostrar signos de agotamiento. Parte del descenso se atribuye a la irrupción de los clásicos de Halloween, que han tomado protagonismo en las plataformas. Temas como Monster Mash lideran las listas, mientras Thriller de Michael Jackson se posiciona como número 1 en iTunes.

El equipo de Swift no se da por vencido, pero reconocen que el mercado físico ya ha alcanzado su techo: “han vendido todo el producto físico a quienes lo querían”, señala el artículo. Además, la estrategia de mantener las canciones fuera de iTunes durante dos semanas y lanzar solo el sencillo The Fate of Ophelia no ha generado los ingresos esperados. Ahora que el álbum completo está disponible, las ventas digitales tampoco han despegado como se anticipaba.

A pesar de este revés, no hay motivos para preocuparse por las finanzas de la artista. Se estima que Taylor Swift ya ha generado 135 millones de dólares con este lanzamiento, consolidando su posición como una de las artistas más rentables del mundo.

Este episodio pone de relieve los desafíos del mercado musical actual, donde incluso los gigantes del pop deben adaptarse a un consumo cada vez más digital, estacional y volátil.

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